Aquel día quemé mis alas de papel
Para yacer herido en la penumbra
Fracaso repetido, inerte voluntad
Nube negra de razones confusas
Aquel día vagué por infiernos ausentes
Presté mi voz y mi sonrisa a la muerte
Para olvidar el camino a mi morada
Y dormir bajo estrellas negras sin esperanza
Y un ángel descendió al infierno para
Jurarme con palabras calladas, que el tiempo
No era de muerte y que aún sin alas
Volvería a volar, que, como Ariadna,
Había un hilo invisible para salir
del turbio laberinto de mi ánimo