Beatus ille

Dichoso aquel
que no ha conocido la locura
y no ha buscado en noches interminables
la razón de un beso
o una huida
bailando en lunas locas
de alcohol y cigarrillos,
en esas partidas que sabes
que no puedes ganar
pero donde te entregas
y te abandonas a tu realidad
común y excepcional a un tiempo

Dichoso aquel
que ha entendido que la normalidad
te protege de la dicha y la desdicha
a un tiempo
que la montaña rusa
es un peligro
porque te hace comprender
que la vida es un instante
y si no lo haces
lo pierdes
pero no importa si no conoces
el lado salvaje
la adrenalina de este segundo
antes de lanzarte
al vacío sin paracaídas
No importa si no has vivido
Vas a morir igualmente 
Pero sin cicatrices

Dichoso aquel
que comulga las razones de la masa
y es feliz en el miedo
y en la inane opinión
en la falsedad aceptada
incapaz de entender que se ha terminado
la posibilidad de realizar
de elegir un camino diferente
al marcado por las normas
indiferentes a la felicidad
de un abrazo de almas
a una complicidad de miradas
a un beso robado
en noche de ausencias

Dichoso aquel
que sigue leyendo
sin entender que todo esto
no es más que un teatro
una función, un esperpento
y yo, pobre escribiente,
no más que un notario
firmando la defunción
de tus sueños

Dichoso aquel,
sin embargo,
que sonríe ahora liberado
y sabe que este tablero
ha sido diseñado
para aquellos que sepan
que la reina nunca podrá ganar
si el rey ha muerto

Redención

Envidio, a veces, a los escritores de antaño
golpeando las teclas de una máquina de escribir
para imprimir sus sueños en una hoja blanca
y desarrollar las historias que te formaron
educaron y te llevaron tan lejos
como profunda es tu alma
La hoja en blanco, provocándote
la cruel mecánica imperfecta de los golpes
vertiendo en tinta sueños, deseos, ambiciones
lágrimas, caricias y perdones

La soledad en tu hombro susurrando palabras
vertiendo el alma en tus  párrafos
infinitos de visiones y esperanzas
ajeno al tiempo mientras desangrabas
las razones de tu temporal irrealidad
Eludiendo los callejones sin salida de personajes
huecos, de historias vanas, de deseadas muertes
de misterios inanes

Cabalgando palabras, siempre palabras
salvajes e iracundas, libres hasta que tu lazo
la amansa y domestica, para rellenar los cuerpos
y almas de quien ignoras su destino
Veo el vaso convertido en accidental pecera
donde nadan las colillas
y un cigarro apurándose en el cenicero
mientras el ritmo frenético se apodera
de la habitación y se hace música
para empujar tus dedos
Magia temporal que, de pronto,
se convierte en rabia destructora
que arranca el papel y lo destroza
para rebosar la papelera hambrienta
de tu desilusión

Envidio, a veces, a los escritores de antaño
y sin embargo
a medida que escribo se desvanece
la romántica visión de su martirio
y se convierte en alivio o empatía
porque mis ganas son las mismas
y mi proceder similar
y sigue siendo imposible no sufrir en la creación
en este parto mental que supone
organizar las precisas estructuras
que convoquen a tu espíritu
al ritual de la lectura
que te atrapen en estas líneas
con la esperanza de arrancar
tu sonrisa, tus lágrimas
o quizá provocarte
para que también expreses tu verdad
y llenes el mundo de mares de tinta
encuadernados o dispersos
y consigas entender que lo que piensas
es razón bastante
para ser expresado

Redención,
si te detienes porque otros lo han hecho antes
que tu
No has entendido que tu,
tu
                eres
                             diferente
y lo harás diferente
y si no empiezas
nunca envidiarás a los escritores de antaño
y nunca serás feliz
aunque a nadie le importe
Porque nadie más que tu podrá
redimirte
del pecado original que no cometiste

De la marca de Caín
con la que un Dios airado
marcó tu estirpe independiente



Otra vez

Es tarde,
preguntas por qué no hablo de belleza
de las cosas guapas que ocurren
y pienso en Neruda y Benedetti
e intento rimar y comprender
la necesidad que sublima
la desesperanza de cuanto nos rodea
Y armo palabras y versos
para demostrarte que se que existe
la belleza
En el Otoño que luce en tus ojos
multicolores, en la música de tu voz
que oculta el dolor de tus recuerdos
En tu cuerpo hermoso de años
que solicita razón, sin esperanza

Es tarde,
No soy yo quien habrá de abrazarte
para que entiendas de amores
románticos que nublen tu razón
y te retornen a donde quieres estar
Y sigo escribiendo a tu pesar
de todo cuanto rodea la tragedia
que rompe la esperanza
y te conduce a entender que
es lo que hay
la brisa de una mañana soleada
o la luz de una tarde sin prisa
toda la belleza consiste
en un pensamiento
en una palabra amable
que seduce tu razón
y desmaya la realidad
para invocar recuerdos
de un infancia sin obligaciones
sin reglas, sin atribuciones
el tiempo de la felicidad

Es tarde,
Las flores se han marchitado
esperando que las recibieras
y ya no creo en nada
que no haya vivido
Supe del amor, del dolor
de tantas noches solitarias
que acaso fueron estrellas
fugaces de un deseo que
como tal yace en el limbo
de lo que nunca ha sucedido
desesperas mis palabras
como yo desespero tu cuerpo
y me escondo en estos versos
para hablar de ti y de todas
construidas en mi mente
adolescente
o indolente
o acaso engañada
por una sonrisa o una palabra
que invocó las canciones

Es tarde,
La noche convoca tu recuerdo
y me impele, mordaz, sobre
tu cuerpo
mientras espero las fugaces
estrellas que complazcan
mi deseo
de abrir las puertas
de tu deseo