Demasiados nombres

Y tantos
Y tan pocos
Parte leyenda, parte traición
Todos nombres
Esperando la azada 
Que desnude sus huesos
Polvo de tiempo 
Que haga real
La memoria
La ley
Que reduzca la esperanza
a pura muerte
Que anule el olvido
en lápidas
escritas de años y silencios

Hay muertos donde caminas
sepultados, 
ignorados a propósito
por quien habla de memorias
y rosas

Que fácil rendir homenajes
a quien ya ha muerto
mientras en las paredes
del cementerio
aun resuenan
los gritos
de la ausencia

Cuando fuimos jóvenes

Nada se interponía
Entre el sol y los planes
Nada era imposible
Y sonreía

Sinestesia

Hasta hace bien poco
y muy a mi pesar,
por cuanto
enterarse tarde
complica la tarea,
pensaba que la tal
sinestesia
era un producto
de las drogas
o de alguna
               disfunción
genética
O acaso invención,
de personas grises
buscando la diferencia
      (De sus otros grises)
Pero no
Maldita sea!! No!!

Ahora cada vez que hablo,
escribo o, incluso, pienso
algún sinestesista diplomado
se le ocurre que he ofendido
su color
mientras hablábamos de música

O su música 
Durante una crítica literaria 
O el color de su bandera
Confundiendo mi felpudo 
Con su dignidad 

Puedo entender
que su vida
Es una decadente 
Invención posmoderna
Puedo asumir que no ha
leído un libro entero
en su puta vida

Déjalo
asume que tu vida
es gris
que eres un amargado de mierda
y olvídame