Empiezo a entender que
mi poesía es un gato
Acude a mi cuando necesita
mimos o tiene hambre
es libre
y me abandona
durante días y noches
colmando de ausencia
mi necesidad de hablar
Un gato
libre, limpio, egoísta
incapaz de mentir,
un gato
A veces desearía
que fuera perro
dócil, agradecido, sumiso
compañero atento a tus
caídas, a los altibajos de
un humor que camina
entre toda esta falacia
que es la construcción social,
familia, amigos y demás bichos
que rellenan tus necesidades,
tus creadas necesidades
que agobian la libertad
de ser
Pero salió gato
y espero que vuelva
y no espero
y me alegro que vuelva
y lo odio
hoy no, ¡Maldita sea!
¡Ahora estoy ocupado yo!
pero insiste
y ronronea
y te mira
como si siempre
fuera a estar ahí
pero es un gato
y pronto se le pasa
y se va
para aprender nuevos
trucos
y enseñarte palabras
o noches
o ausencias
o amores
A veces sé
que mi poesía
fue pájaro
atada a un armazón
prisionera de normas
y alambres
solaz de un alma
que quería oír
el canto prisionero
de las palabras
pero incapaz de aprender
a volar
miedosa
cobarde de cielos
donde no había límites
donde no había
más esperanza
que el final de un soneto
deslabazado
de unas rimas breves
que surcaban
mares conocidos
sin dragones en el horizonte
sin pasión en las velas
sin razón de conquista
no más que los ojos
de quien miraban
Pero al fin se que es
un gato
callejero
tan sucio como esperas
tan libre como quieras
sin más norma
que maullar en esa luna
donde tu espíritu se afana
en buscar la sonrisa
de los ojos que amas
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