Elogio pálido

Me quedo ahora con el blanco de tu piel
aunque se oculte a la luz de este verano
acudo solícito a tu llamada aunque estés
rota en el fragor de tu íntima llamarada

Soy labriego en campo de tu trigo candeal
expresión para una divinidad desconocida
y soy pastor de toda esta indómita llanura
que excede la posibilidad de arrinconarte

Me quedo extático en este instante mágico
que remonta la corriente como el salmónido
para recobrar el nacimiento y muere plácido

En una nueva unión de exquisitos cadáveres
que aprisionan recuerdos como si tan solo
hubiera un espacio y un tiempo más ávidos
 

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