Acróstico

Me enseñaste que el otoño
Apenas es una estación de tránsito
Resolviendo mis ecuaciones pendientes
Íntimas y ajenas para seguir soñando
Alumbraste mi laberinto recurrente

Fijando luciérnagas en las salidas
Luces vivas que se adaptan, cambian
O buscan soluciones contra mis miedos
Rompiste el espejo deformado y así
Encendiste mis palabras, mis versos,
Zozobras que me salvaron de los naufragios

Gracias siempre, por todo este tiempo
Rehaciendo mis alas maltrechas
Alimentando la sonrisa de mi alma
Condenada de inservibles pecados
Ignoro el futuro y sin embargo
Ahí estarás, lo sé, como el viento
Soplando, susurrando, nuevas respuestas

Disculpa

Destruí la esperanza
y no reniego de ello
Hacía daño el sinsentido
mientras buscaba respuestas
que nunca llegarían
pero siento haber invocado
las tormentas
y las lágrimas
en absurdas urgencias inventadas
Es frio el fuego de los puentes quemados
pero eso lo aprendes tarde
cuando el recuerdo se vuelve amable
y la distancia infinita
Quizá ya no sirva apurar este cáliz 
de sincero arrepentimiento
y beberme el orgullo que me somete
como un veneno que acabe mi agonía
Y sin embargo sabes que no temo  
mostrarme como soy si me lo pides
recobrar la memoria de aquellos días
cuando la risa se esocondía
entre tus ojos y mi sombra

 

Último parte de este naufragio

Gracias
Por haberte marchado así
por romper mi brújula y mi compás
quemar las velas y cortar las jarcias
Y dejarme en deriva de abismos
donde habitan los fantasmas
y los temidos pasados
que pensaba vencidos

Gracias
por volverme de nuevo
náufrago de tanta ausencia
cambiar mi derrota para llevarme
a nuevos arrecifes que destrozaron
mi vieja nave desvencijada
para que en ese punto sin retorno
las lágrimas se hicieran lluvia
y lavaran mi dolor y mis manos
Vacías de esperanza

Gracias

Comprendo, y ya es tarde
Qué nunca soñaste en mi mar
Que nunca llegaste a mi playa
Que nunca abordaste mi barco
Que tu ira y tus miedos me ataban
A las tormentas , a la oscura noche
Que puebla tu alma castigada
de rencores no resueltos


He vuelto a mi isla
He quemado las cartas y
el cuaderno de bitácora
que, ahora entiendo, estaba
Lleno de falsas anotaciones
Y el fuego purificador ascendió
Para darme razón de tu partida
Y me ha devuelto la sonrisa
Y el viento anuncia nuevos rumbos
Ajenos a tu locura calculada
Ajenos a la tristeza de tu vida
Ajenos a la violencia de tu boca
Y todo este nuevo océano
Se abre pletórico de estrellas
Que anuncian nuevas singladuras