Uno tiende a buscar explicaciones razonables a lo que nuestros dirigentes políticos llevan a cabo en nuestra ciudad. Por eso llevo semanas devanándome los sesos intentando llegar a una conclusión que me permita aclarar el por qué del desaguisado de Villa Magdalena. La solución me vino de pronto y de la manera más sorprendente. Estaba reordenando mi biblioteca por enésima vez, buscando un hueco para los nuevos volúmenes cuando mi mirada se tropezó con “El desarrollo de la teoría antropológica: una historia de las teorías de la cultura” de Marvin Harris, recuerdo de mi paso por la facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, del que guardo una grata memoria. Decía que al ver ese libro, decidí hojearlo y encontré, sin querer, la respuesta que mi mente inquieta andaba buscando. En realidad el señor alcalde lo que realizaba al ceder el centro de Oviedo de esa manera tan descarada, era un Potlatch. Me explico; este ritual consiste en una distribución ceremonial de propiedad y presentes o regalos para afirmar o reafirmar un estatus social, sobre todo estudiada entre los Kwakiutl, una tribu amerindia del noroeste de Canadá. Es decir de igual modo que los indios utilizaban en muchos casos el potlatch para reafirmar el nivel de un heredero o sucesor y para validar ante el conjunto su nuevo estatus y posición social, así Gabino sabiéndose al final de una etapa de su vida busca pasar al siguiente nivel de autoridad y con este potlatch final conseguir el reconocimiento social que le permita ascender de responsabilidad en su tribu.
De algún modo había encontrado la respuesta a mi duda. Pero… algo fallaba, el mecanismo estaba incompleto. Repasé y entonces comprendí el error en la interpretación; tanto tiempo como alcalde ha llevado al señor Gabino de Lorenzo a pensar en esta ciudad como suya y, así, creerse en posesión de ésta para hacer y deshacer a su antojo. NO, señor De Lorenzo, no es SU ciudad, Oviedo pertenece a los ciudadanos y no vamos a permitir que la regale como prenda para su mayor gloria futura.
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